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Depositó en su cuenta los 850 mil pesos de la graduación. No creerás lo que pasó después.

  • José Luis Alvarez
  • 20 ene 2019
  • 4 Min. de lectura

El que sigue es un cuento didáctico, basado en una historia real, con la que busco ilustrar un riesgo en materia de impuestos que puede provocarte muchos problemas y que puedes evitar de manera muy sencilla. Ojalá lo disfrutes.

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Karla siempre fue una joven entusiasta, la más popular de la facultad de arquitectura de una prestigiosa Universidad del estado de Puebla. Ella organizó cada posada, cada evento, cada viaje de generación de su grupo durante el transcurso de la carrera. Tras cuatro años y medio y mucho esfuerzo y dedicación, en enero de 2017 se encontraban a tan solo un semestre de terminar el curso y Karla decidió tomar las riendas de la que sería su prioridad durante los siguientes meses la fiesta de graduación de su generación.


El comité, la contratación.


Karla organizó un comité con tres representantes de los dos salones de treinta personas que se graduarían. Contrató a la más famosa empresa organizadora de eventos de Puebla, que le ofrecía el mejor paquete de graduación en la ciudad, por tan solo 750 pesos por persona.


Presentó la propuesta a los 60 compañeros. Aceptaron. Acto seguido, Karla les pidió a todos que informaran a cuántas personas invitarían exactamente. El resultado fue una lista de 1,200 invitados, por dar un número cerrado. Karla, arquitecta, buena con los cálculos aritméticos multiplicó de inmediato: 1,200 invitados por 750 pesos el boleto: 900,000 pesos. Eso costaría la graduación. Habló con la empresa para confirmar el número de invitados al evento.


Aquí empezaron los problemas.


A la empresa le pareció fantástico. El representante de la organizadora de eventos le dijo que necesitaría, para apartar fecha, un adelanto de cuando menos el boleto de los 60 graduados (45,000 mil pesos), para esa misma semana. “Claro, se los depositamos esta semana, ¿a qué cuenta?” preguntó nuestra protagonista y entonces el representante le dijo: “Ah no Karlita, todo va a ser en efectivo”. Karla trastabilló. “Ah, ok”, es todo lo que pudo decir.


Bueno, quizá juntar 45,000 pesos en la universidad y llevarlos en efectivo a la oficina de la organizadora no sea gran problema. Pero ¿qué tal juntar los 850,000 pesos restantes y llevarlos? Entonces Karla tuvo una mala idea:


“Ya sé. Que todos me depositen en mi cuenta de débito el dinero de sus boletos, para no andar cargando efectivo”

Y así fue. Karla avisó a sus compañeros que la distribución de los boletos sería a contra entrega del comprobante de depósito bancario que acreditara el pago de los mismos. Todos pagaron. Karla, en 9 retiros, en distintas fechas, sacó el dinero y lo pagó en efectivo a la organizadora. Todo liquidado, ahora sí, a disfrutar.


La fiesta fue maravillosa. Un gran grupo musical, comida deliciosa, fotos grupales, amigos reconciliándose, ex novios besándose a escondidas, un after memorable. Un éxito.


Se cerraba un ciclo, pero no para Karla.

Meses después, recién egresada y con un futuro prometedor, Karlita conoció al SAT (Servicio de Administración Tributaria, o como le diría tu tía, “Hacienda”). Y no lo conoció en los mejores términos.


Resulta que el SAT le había impuesto un crédito fiscal de seis cifras por “contribuciones omitidas”, multa por no presentar declaración y lo que te imagines. En otras palabras, Karla era una estudiante brillante, una joven muy activa. Pero nunca había tenido movimientos tan altos en su cuenta bancaria y al Servicio de Administración Tributaria, naturalmente le hizo sospechar.


¿De dónde sacaste 850,000 pesos en seis meses? Y más importante aún ¿por qué no me has pagado impuestos? Aquí debes y aquí pagas.

Expliquemos lo que sucedió. Si bien Karla recibió esas cantidades de dinero en su cuenta para hacer pagos a cuenta de terceros, lo cierto es que el fisco no lo sabía, por lo que hizo ejercicio de una de sus facultades que es la “determinación presuntiva”, que no es otra cosa más que asumir que el dinero que recibió esa cuenta bancaria efectivamente era de la titular. O sea que, para el SAT, Karla estaba ganando dinero de alguna manera y que no estaba cumpliendo con su deber de pagar impuestos como todos los demás mexicanos que sí pagan.


Te traeré a colación solo dos artículos de ley, para no hacerte tediosa la explicación. Ley del Impuesto Sobre la Renta (el impuesto que grava tus ingresos) establece en artículo 18 fracción XI que el fisco considerara ingresosacumulables las cantidades recibidas por diversos conceptos arriba de 600,000 pesos. Luego, el 41 fracción II de Código Fiscal de la Federación establece que cuando se omita declarar ingresos y esto sea conocido me manera fehaciente (en cantidad) por la autoridad fiscal (por ejemplo, gracias a los depósitos en cuentas bancarias), la autoridad fiscal podrá hacer efectiva al contribuyente una cantidad igual a la contribución que a este le corresponda determinar.


No te aburriré con las cuentas, a Karla ni vendiendo su carro, ni el de su hermano, le alcanzaba para el pago del crédito fiscal. Fueron días de mucho dolor de cabeza para Karla. Pero hay un final feliz. Se acercó a un abogado y luego al SAT, donde explicó la situación y después de hacer la declaración correspondiente y desvirtuar la presuntiva, se quitó el problema de encima. Aunque hay que decirlo, no todas las historias terminan así.


Karla entendió mejor que nunca la frase “no hagas cosas buenas que parezcan malas”.


¿Cómo pudo evitarse este problema Karla?

Bueno, de entrada, no haciendo depósitos por más de 600,000 mil pesos en menos de un año en tu cuenta bancaria si no son tuyos. Cosa que, si eres lector de este blog y vas a organizar tu graduación para obtener las mejores mesas, tampoco harás. Espero.


Luego, dialogar con la empresa o persona organizadora para que sea en su cuenta donde se hagan los depósitos por el pago del evento, porque está vendiendo un servicio y ganando dinero con el evento y ellos sí deben pagar impuestos (si te diste cuenta, en el caso de Karla, el fisco no se enteró que la organizadora obtuvo ingresos por 900,000 pesos al armar una graduación. Por eso le pidieron el pago en efectivo. Pagaron justos por pecadores.).


En última instancia, dispersa los depósitos entre las cuentas de los miembros del comité, de tal suerte que no superen la cantidad establecida en el 18 de Ley de Renta, para que no estés fuera de la ley.



Comparte este artículo si crees que alguien de tus conocidos necesita leerlo.

 
 
 

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